martes, 3 de marzo de 2009

MIGUEL, CON TU EJEMPLO ¡VENCEREMOS!


“Por un talud abierto en la pared,
Te está mirando el ojo de tu pueblo
Para saber Si eres aquel
Que empuñará las armas de miguel”.


Miguel Humberto Enríquez Espinosa, nacido en Talcahuano el 27 de marzo de 1944, estudiante destacado y adolescente inquieto, fue un médico y político chileno. Secretario General y fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR de Chile) desde 1967 hasta su muerte.

Realizó sus estudios primarios en el Colegio Saint John´s de Concepción, y sus estudios secundarios en el Liceo Enrique Molina Garmendia. En este último establecimiento, tanto en su curso como en otros, fue conociendo sucesivamente a varios futuros integrantes del MIR: Marcelo Ferrada Noli (1957), Bautista van Schowen (1959), y Luciano Cruz (1960). Sergio Pérez Molina, quién estudiaba en el Liceo de Coronel, fue otro temprano colaborador político de Enríquez al que éste conoció en 1964 en la Universidad de Concepción.
El triunfo de la Revolución Cubana produciría un gran impacto en él, sus compañeros y sus hermanos, uno de los cuales -Marco Antonio- integraría el Grupo Marxista Revolucionario (GMR), una organización de corte trotskista. Con sus hermanos participó de un grupo de estudios de las teorías marxistas, y eventualmente apoyarían movilizaciones, como las del paro nacional convocado por la CUT para el 7 de noviembre de 1960.
En 1962 comenzó a militar en la Federación Juvenil Socialista (FJS) a la cual ingresó junto con Bautista Van Schowen. Se integran al núcleo "Espartaco" en el cual ya militaban desde el año anterior su hermano Marco Antonio y su amigo Marcelo Ferrada Noli, jefe del núcleo. Todos ellos, más Jorge Gutiérrez Correa, Claudio Sepúlveda y Pedro Valdés, forman paralelamente ese mismo año y bajo el liderazgo de Enríquez la fracción clandestina MSR ("Movimiento Socialista Revolucionario"). Simultáneamente su hermano Edgardo comienza a militar en la Federación Juvenil Socialista en Santiago, estableciendo más tarde junto a Andrés Pascal un núcleo similar al MSR de Concepción. En febrero de 1964 se materializa la marginalización del Partido Socialista por parte del grupo liderado por Miguel, grupo que se integra por un lapso en la VMR (Vanguardia Marxista Revolucionaria) y hasta la fundación del MIR en Agosto de 1965.
Ingresó a la carrera de Medicina en la Universidad de Concepción en marzo de 1961. Paralelamente a sus estudios universitarios, participaba en protestas y en diversas actividades de ayuda social. Desde el núcleo "Espartaco" de la juventud socialista de Concepción y de las revistas "Revolución" y "Polémica Universitaria" en las que escribía, abogaba por un socialismo más radical.
Ya en 1963 había comenzado a trabajar con el grupo Vanguardia Revolucionaria Marxista.
Miguel, tenía planificado hacer pública su renuncia al partido junto con otros militantes durante el XX Congreso del Partido Socialista, en febrero de 1964. Sin embargo, el entonces secretario general Raúl Ampuero se enteró de la maniobra, y expulsó a Miguel y otros a fines de enero.
En su renuncia pública, Miguel y sus compañeros iban a distribuir un documento titulado "Insurrección Socialista", entre cuyos veinte firmantes se encontraban van Schowen, Dantón Chelén y Edgardo Enríquez.
Como integrante de la VRM "Rebelde", Miguel es un activo convocador al "Congreso de Unidad Revolucionaria" que se realizaría entre el 14 y el 15 de agosto de 1965 en Santiago. En este congreso constituyente se fundó el Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
La participación de Miguel en el congreso constituyente consistió en exponer una tesis político-militar de la cuál eran autores, junto a Miguel Enríquez ("Viriato"), su hermano Marco Antonio ("Bravo") y Marcelo Ferrada Noli ("Atacama"). La tesis, titulada "La conquista del poder por la via insurreccional" fue aprobada en el congreso de fundación. Miguel Enríquez fue elegido miembro de la primera dirección nacional del MIR, como integrante del Comité Central.
En noviembre de 1965, fue proclamado por el MIR como candidato del Movimiento Universitario de Izquierda (que integraba al MIR, al Partido Socialista, al Partido Comunista y a sectores independientes de izquierda) a la presidencia de la Federación de Estudiantes de Concepción. El PC y el PS finalmente levantaron sus propias candidaturas, ganando la elección el Partido Demócrata Cristiano con 1.184 votos frente a los 810 del MUI.
Tras el golpe de estado de Septiembre de 1973, Miguel Enríquez y otros miembros del MIR rechazan la idea del asilo político en embajadas extranjeras y condenan tajantemente el exilio del país. Luego, comienzan a organizar actividades clandestinas en contra de la dictadura golpista y grosera de Pinochet y compañía.
…Martes 11 de septiembre, Salvador Allende no acepta planes de retirada, ni huidas por patios traseros, ni fugas por pasajes escondidos. Se queda. Entremedio del fuego envía una sola frase al Secretario General de Mir; ¡Ahora es tu turno Miguel!

Ese mismo 11, se reúnen en la fábrica metalúrgica Indumet, dirigentes socialistas, comunistas y miristas. Hay que hacer, levantar y coordinar la Resistencia armada insiste Miguel, sabiendo que sobre su hombros descansan las esperanzas, tanto de Allende, como de el pueblo en su conjunto también.

Los del Partido Comunista insisten, en que hay que esperar, los militares no se atreverán a cerrar el Congreso, los medios de comunicación, “desde allí se les debe enfrentar y luchar” exclaman.

Miguel golpea la mesa, insiste y maldice. Hay que luchar, no nos podemos quedar sólo a mirar.

Meses antes de la asonada militar, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria vociferaba a los cuatro vientos que las condiciones serían desastrosas si el pueblo no pasaba a la ofensiva. Se fraguaba una intervención sangrienta por parte de la Burguesía. Había que actuar.

Miguel pasa a ser clandestino, destino de millones de chilenos.

Los que no caen muertos, se rompen en la tortura y con dedos quebrados apuntan y señalan a los que quedan.

Las caras son todas extrañas, las calles son bocas de lobo donde pernocta la muerte.

La vela del día está a medio consumir, como un niño temeroso corre despacio el viento por Calle santa Fe, allá en la comuna de San Miguel

Murió combatiendo, luchando por sus ideales y la causa de los oprimidos y postergados la tarde trágica y gloriosa a la vez del 5 de octubre de 1974.

Luchó dos horas, la mayor parte de ellas completamente solo, contra cientos de soldados, numerosos carros blindados y helicópteros. Herido por las bombas y las balas siguió combatiendo. Su compañera yacía en el suelo, también gravemente herida. Le hablaba, trataba de reconfortarla, pero seguía disparando, resistiendo.

24 horas después, su cuerpo desnudo y destrozado fue entregado a su familia. No se sabe todavía si sus asesinos se jugaron sus ropas ensangrentadas a la suerte, o se las disputaron como trofeos de guerra. Tenía diez heridas a bala. Una de ellas, la última, le entró por el ojo izquierdo y le destruyó el cráneo.

El 7 de octubre de 1974, a las 07:30 horas de la mañana fue sepultado. Sólo autorizaron a ocho miembros de su familia para que los acompañaran hasta el cementerio. Había, en cambio, policía armada y carros blindados en todas las bocacalles y lugares estratégicos del recorrido. Los rodeaban más de cien carabineros armados con ametralladoras, numerosos agentes de Investigaciones, y varios oficiales del ejército, vestidos de civil. Muchas ametralladoras los apuntaban.

El coronel y los oficiales de carabineros que dirigían el “operativo”, no se atrevían a dar la cara.


Diez balas acabaron con su vida, la cual había entregado completamente a los intereses del proletariado y las masas populares y, a la lucha por construir una sociedad distinta. Su sueño, ideario y aspiraciones camina en los senderos del porvenir histórico de su pueblo. Esa consecuencia y grito libertario irrumpirá con fuerza en eternos combates populares, vestido de obrero, de campesino, de poblador, de estudiante, de miliciano, de mujer, de hombre y de joven en su lucha irrenunciable por la dignidad, la libertad, la justicia y un sistema social justo en nuestra patria.

(anexo de Paloma Orellana, BPR-Chile)

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