miércoles, 22 de abril de 2009
LA PATRIA DE TODOS ES LA TIERRA
L a conciencia ecológica es parte del desarrollo de la lucha política que han ejercido diversos sectores por sus reivindicaciones populares, juveniles, sindicales, ambientalistas, culturales y por supuesto revolucionarias. Al decir conciencia ecológica, nos referimos a una temática de carácter sistémica, que arrastra inexorablemente a las clases sociales en pugna, y que es pertinente que se incorpore en todos los programas de los movimientos revolucionarios que se dignen en llamar serios. En el tema ecológico, está la razón esencial de la vida, fundamento del ser humano, que en la escala evolutiva a logrado coronarse como dios entre las demás especies, sin embargo, dicho endiosamiento se hace extensivo a la sociedad por la división de clases creada por la explotación de una minoría opulenta hacia una mayoría miserablemente pobre.
Es pues la gran burguesía imperialista, con su desenfreno voraz por la acumulación de riquezas, que con su gran industria depreda los recursos naturales que le pertenecen a la humanidad, la responsable del calentamiento global, la contaminación de las fuentes hídricas, la polución, el ruido, la radioactividad de sus armas de destrucción masiva, por mencionar solo algunos elementos, que a su vez han traído hambrunas, epidemias, sed, cataclismos, y desestabilización en el ecosistema.
En un texto célebre de Engels sobre El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre (1876), este mismo tipo de naturalismo sirve como fundamento a una crítica de la actividad depredadora humana sobre el ambiente:
"No debemos presumir demasiado nuestras victorias humanas sobre la naturaleza. Por cada uno de estas victorias, la naturaleza toma venganza sobre nosotros. Es verdad que cada victoria dada, tenemos en primera instancia, los resultados esperados, pero en segunda o tercera instancia son efectos diferentes, inesperados, que anulan demasiado a menudo los primeros. La gente que, en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y en otra parte, destruyeron los bosques para conseguir tierras cultivables, nunca imaginó que mientras los eliminaban, acababan con los centros de colección y depósitos de humedad, poniendo las bases para el estado desolado actual de esos países. Cuando los italianos de los Alpes cortaron los bosques de pinos de la parte sur, tan queridos por la parte del norte, no tenían la menor idea de que mientras actuaban así cortaron las raíces de la industria lechera de su región; y menos aún preveían que se privaron de ese modo de las fuentes de agua para la mayor parte del año (...). Los hechos nos recuerdan a cada paso que no reinamos sobre la naturaleza como un conquistador reina sobre un pueblo extranjero, como alguien que está fuera de la naturaleza, sino que nosotros pertenecemos a ella con nuestra carne, nuestra sangre, nuestro cerebro, que nosotros estamos en su seno y que todo nuestro dominio en ella reside en la ventaja que tenemos sobre el conjunto de las otras criaturas es la de conocer sus leyes y poder servirnos de ellas juiciosamente."
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